Crítica de «Talk to me» de Danny y Michael Philippou (2023)

Uno de los grandes éxitos comerciales del cine de terror llega a las salas de nuestro país con una propuesta atractiva, original y muy lograda que sorprende mediante su solidez narrativa.

«Háblame», dirigida por la dupla de youtubers australianos, Danny y Michael Philippou, se ha convertido en todo un suceso alrededor del mundo. Con tan solo un presupuesto de 4 millones de dólares, recaudó 22 millones en su primera semana en EEUU, y al poco tiempo se confirmó una secuela. Igualmente, hay varias cosas que resultan pertinente aclarar ya que quizás las apariencias engañan. El film de bajo presupuesto tuvo un exitoso recorrido por festivales, y fue en ese ámbito que a24 decidió adquirir los derechos para distribuirla internacionalmente. Eso ocasionó que la película tenga una mayor apertura y oportunidades para hacerse ver en una taquilla dominada por varios tanques.

Por otro lado, los directores habían trabajado previamente con Samantha Jennings, una de las cofundadoras de la productora Causeway Films, en «The Babadook», donde desempeñaron un pequeño rol en el departamento de producción. Todo esto no le quita mérito a la película ni mucho menos, pero sí sirve para desmitificar un poco esas historias que empiezan a surgir, sobre triunfos impresionantes que, si bien representan un gran éxito en la industria, hay un detrás de escena un poco más real con contactos, compañías productoras/distribuidoras importantes y varias cuestiones más.

Pero ya metiéndonos de lleno en el largometraje, «Háblame» comienza con un elegante y muy sorprendente plano secuencia donde vemos a un adolescente buscar desesperadamente a su hermano en una fiesta juvenil que tiene lugar en la ciudad australiana de Adelaide. Cuando descubre que está encerrado en una habitación todo golpeado y aparentemente bajo algún tipo de efecto influido por alguna droga (aunque después sabremos que no), tira la puerta abajo y se lo empieza a llevar. En ese momento el joven lo acuchilla y luego se suicida. Le toman menos de cinco minutos al film para sumergirnos de lleno en su atmósfera opresiva y en captar rápidamente nuestra atención.

Luego la trama se centrará en Mía (Sophie Wilde), una solitaria adolescente que parece no poder superar la extraña muerte de su madre. Mantiene una relación distante con su padre y pasa mucho tiempo en la casa de su mejor amiga, Jade (Alexandra Jensen), junto con el hermano menor de esta última, Riley (Joe Bird) y la madre de los chicos, Sue (la genial Miranda Otto). Los tres parecen haberla «adoptado» de alguna manera, tras la pérdida que sufrió repentinamente. Un día Mía y sus amigos descubren un ritual que se volvió viral, que implica la invocación de espíritus utilizando una mano embalsamada. Esta curiosa actividad parece darle el escapismo que necesita la pobre Mía, hasta que un día se enfrenta a un alma que dice ser su madre muerta. Allí comienza una especie de puja con fuerzas sobrenaturales donde nada es lo que parece.

Los hermanos Philippou encontraron una forma de aggiornar el conocido juego de la Ouija que se ha visto en infinidad de películas y traer una propuesta análoga para las nuevas generaciones, mezclándolo con un concepto similar al de «Línea Mortal» («Flatliners») de Joel Schumacher. Lo interesante es que el mayor esfuerzo de los directores está puesto en la perfecta puesta de escena y en la dirección de actores logrando que Wilde y otros intérpretes noveles brinden sólidas composiciones de sus personajes. El guion también es otro punto a destacar, ya que si bien la historia es sencilla y bastante arquetípica, los personajes tienen desarrollos apreciables y logran ser pilares fundamentales para que la historia no sea solamente un cúmulo de jumpscares. Dicho sea de paso, la noción de sostener la mano embalsamada para conectarse con los espíritus es un buen elemento para anticipar posibles sobresaltos, cosa que la dupla de directores también maneja a la perfección, colocándolos en los momentos más indicados.

Asimismo, lo más interesante que desarrolla «Háblame» es la cuestión de servir como una especie de parábola moderna sobre la depresión y el stress que sufren los adolescentes cotidiamente y la forma que tienen de expresarlo. Como todo buen relato de terror, no solo es una entretenida trama que busca asustar al espectador, sino que además presenta una crítica a ciertas cuestiones sociales como las antes mencionadas y también otras como podrían ser la pérdida, la forma de lidiar con la adversidad e incluso ciertos aspectos relacionados con la salud mental.

En síntesis, «Háblame» es un sólido ejercicio de género que viene a darle un poco de novedad a la oferta cinematográfica (aunque también es un poco exagerado catalogarla como «de las mejores películas del año» como venían mencionando varios medios e influencers). Buen debut para los Philippou y una muestra clara de que todavía hay ideas sencillas pero atractivas (y entretenidas) para explotar en el cine sin incurrir a remakes u otras fórmulas ya probadas.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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