(Re)descubrir el este: breves apuntes sobre cinco películas coreanas

Después de una larga (larguísima) espera se estrenó en los cines argentinos «Parasite», la nueva película del director surcoreano Bong Joon-ho («Memories of Murder», «The Host», «Snowpiercer»).

Nominada y ganadora de infinidad de premios a lo largo del globo, «Parasite» revalida el buen momento que atraviesa la industria cinematográfica de Corea del Sur hace ya 20 años. Este éxito se ha forjado a base de grandes largometrajes y, aunque solo sea una pequeña muestra de la oferta variopinta que hay en su mercado, es justo reconocer estas cinco grandes obras:

«Joint Security Area – JSA» (2000) de Park Chan-wook

En la zona fronteriza entre ambas Coreas, un sargento surcoreano es secuestrado y llevado a un puesto del norte, pero asesina a sus captores, dos soldados norcoreanos. Mientras escapa a Corea del Sur se produce un enfrentamiento armado y esto debilita aún más la tensa relación entre las dos Coreas. Ante esta situación, la Comisión de Supervisión de las Naciones Neutrales pone a cargo a una comandante del ejército suizo para investigar lo sucedido.

El director Park Chan-wook, uno de los directores coreanos más prominentes a nivel internacional en la actualidad, con «JSA» pone en manifiesto, con un valor como la amistad, la ilusión de una Corea reunificada.

«My Sassy Girl» (2001) de Kwak Jae-young

Gyeon-woo (Cha Tae-hyun) conoce (por la fuerza) a una chica borracha en el tren por un par de situaciones que lo obligan a hacerse cargo de ella para evitar que sufra algún percance. Desde ese momento, aun a regañadientes, el protagonista tendrá una relación con esta chica que le pondrá patas para arriba su vida.

Éxito total en el momento de su estreno en Asia, este largometraje es mucho más que otra típica comedia romántica de enredos. «My Sassy Girl» se sostiene gracias un guion que no recurre al facilismo o la sensiblería y contiene unas vueltas de tuerca que sorprenden hasta al más avispado. Estos alicientes la hacen una de las películas más «inteligentes» del género de las últimas dos décadas.

«Welcome to Dongmakgol» (2005) de Park Kwang-hyun

En plena guerra de Corea, un trío de soldados norcoreanos y una dupla del ejército de Corea del Sur tratan de escapar de la zona de combate. Los dos grupos terminan encontrándose en Dongmakgol, un pueblo rural aislado de la civilización y en el que los habitantes ignoran el conflicto bélico que ocurre en su tierra. Los soldados prometen tolerarse para no lastimar a nadie del pueblo, sin embargo, una granada destruye por accidente el almacén de comida y se ven obligados a cooperar para reparar el daño.

«Welcome to Dongmakgol» humaniza a los soldados coreanos de ambas facciones. Ellos son las víctimas de los “depredadores ideológicos” de la Guerra Fría: el capitalismo empuñado por los Estados Unidos y el estandarte comunista llevado por la República Popular China y la Unión Soviética. Este «factor externo» asienta la unión entre los protagonistas y promueve, como ocurrió con «JSA», la idealización de una Corea sin conflictos, reunificada.

El imaginario de Park Kwang-hyun reúne imágenes viscerales de la guerra y visiones inocentes, como sacadas de una fábula, de los protagonistas en su día a día en el pueblo. Estos contrapuntos, que parecieran ser anticlimáticos entre sí, fluyen sin sobresaltos a lo largo de la película.

«The chaser» (2008) de Na Hong-jin

Un ex policía que encontró un mayor pasar económico manejando prostitutas cree que estas lo abandonan para trabajar con otro proxeneta. Sin embargo, empezara a sospechar que hay algo más turbio detrás.

Un policial coreano, a la altura de dos grandes obras maestras como «Memories of Murder» o «Mother» de Bong Joon-ho, que expone hasta qué punto la naturaleza humana puede ser tan retorcida y morbosa.

La tensión es constante, el protagonista parece sumergirse en una pesadilla de la que no puede salir airoso nunca. El espectador no podrá sentirse ajeno a esa carrera contrarreloj.

«The Wailing» (2016) de Na Hong-jin

En Gokseong, un pueblo rural coreano, se están perpetrando con escalofriante asiduidad crímenes intrafamiliares. Todos parecen estar conectados pero la policía local no halla ninguna respuesta. Uno de los oficiales que está investigando, Jong-goo (Kwak Do-won), comienza a sospechar que hay algo sobrenatural en el asunto con una mujer que le señala que el culpable es un japonés que se ha instalado hace poco en la comunidad.

Si en «The Chaser» se sentía que el protagonista no podía cumplir con su objetivo, aquí la sensación es que Jong-goo no logra pisar tierra firme nunca. Na Hong-jin reitera en este thriller de terror un mundo donde la fatalidad humana y la maldad son moneda corriente.

 

Pablo Flaherty

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