Robert Eggers: La renovación del lenguaje fílmico sobre el miedo

Las historias de fantasmas, brujas y criaturas sobrenaturales nunca pasan de moda. Es un clásico dentro del género de terror, con tramas simples y efectivas para no aburrir al espectador. Pero con el paso del tiempo, no solo se busca crear un film de horror convencional, sino que se explora la manera de realizar algo nuevo que resulte apropiadamente lúgubre.

El cine posee un lenguaje propio, un lenguaje que no tiene lengua; el cine, como expresa Antón Arrufat, toca su propia música.

Desde su origen el cine está ligado al terror, dentro de films no justamente de miedo, pero sí que generaban esta sensación llevando a un pánico exacerbado más allá de toda categoría genérica. Recordemos que en 1895, cuando los hermanos Louis y Auguste Lumiere proyectaron públicamente sus primeras imágenes dentro de las cuales se encontraba «La llegada del tren», para la proyección fue elegido el sótano de un café parisino, donde los primeros espectadores huyeron despavoridos de la sala pensando que el tren iba a salirse de la pantalla e iba a atropellar a todos.

«La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido».

Durante los setenta, hitos como «El exorcista» (William Friedkin, 1973) marcaron una línea importante para el género, para luego llegar al auge en los ochenta, gracias a Freddy Krueger, Jason Voorhees, Michael Myers, entre otros. Durante los noventa comenzó a tener un nuevo giro, ya no se trataba solo de brujas, monstruos o sonidos inesperados, sino que fue incursionando más en nuestra psiquis y su paranoia, incorporando los miedos reales y recreando esa sensación de aquello presente que se hace tan real e inexplicable. Por ello, los directores han ido elevado el nivel, dándonos historias que se meten en nuestra mente abofeteándonos de intranquilidad.

Toda esta mezcla de elementos y recursos Robert Eggers sabe implementarlo a la perfección. A sus 38 años es una de las grandes promesas del cine contemporáneo. A pesar de su corta filmografía, ha bastado para que la crítica lo corone como director de relevancia. Con influencias que van desde ilustradores de cuentos de hadas como Arthur Rackham, Edmund Dulac y Howard Pyle, a cineastas como Ingmar Bergman, logró concebir su propio lenguaje, personal y distintivo dentro del universo cinematográfico, manteniéndose activo en la industria desde 2001.

Eggers revitalizó el género del terror, el cual realmente podemos considerar perturbador. ¿Cuáles son las claves de sus películas? La atención por los detalles y su tendencia al naturalismo hicieron que antes de asustar a millones de personas fuera reconocido en el ambiente teatral y cinematográfico como un prestigioso diseñador de producción.

Es un obsesivo a la hora de representar sin falencias históricas una época determinada en un momento exacto. Luz natural recreando lo más idéntico posible aquel tiempo en cual se narra en el film, vinculado a una minuciosa investigación histórica obteniendo así su foco más claro. Por otra parte, aplica el suspenso intermitente, recurre a visiones mitológicas, siempre recoge de fábulas y tradiciones donde de cierta manera las vuelca a sus películas como en «The Witch» para fundamentar la historia y dar vida a los personajes o en «El Faro», en la cual no es tan evidente pero dicha analogía en relación a ello podemos encontrarlo, vemos conexiones con historias de viajes como la Odisea o personajes de la literatura griega como podría ser el cíclope Polifemo (salvando las distancias, obviamente). Además, se caracteriza por la forma de utilización de los silencios, de los recursos más clásicos de terror, en lo que Eggers, por momentos es demasiado forzado, pero aun así continúa generando impacto justo cuando la trama lo precisa. Algo que también puede observarse en ambas cintas.

Esto da como resultado la oportuna reinvención que ha logrado Robert Eggers dentro de un género clásico como lo es el terror. Nunca desaprovecha cada recurso natural, desde la luz, el uso de planos fijos y elocuentes, montajes feroces, y los sonidos, consiguiendo con gran sutileza una atmósfera de realismo, produciendo una colisión visual y sensorial en el espectador. Sus ideas entrelazadas con lo histórico, esotérico, místico y religioso conllevan hasta cierto lumbar de decir, que son como dar un paseo por el inframundo. Con un ojo crítico y reflexivo hacia las sociedades de todas las épocas.

Robert creció eludiendo manifestaciones artísticas y edificaciones históricas en la región de Nueva Inglaterra. Quiso ser pintor y músico, pero el detrás de cámaras fue la mejor expresión que encontró para reconstruir las tradiciones ligadas a su tierra que lo definieron cuando era chico y marcando su estilo como director.

Sus films son arriesgados, el foco y concentración para los detalles son la estrella de sus películas. Su aproximación ambiental al contexto histórico a relatar es tan preciso que nunca deja de causar impacto, Eggers llegó a las salas con un tercer film inspirado en la cultura nórdica con la cual fusiona su estilo y genialidad con las necesidades de una historia «entretenida» que busca cautivar a una audiencia masiva. Esta apertura a lo nuevo y lo comercial le representa la oportunidad de llevar al siguiente nivel su trabajo como cineasta.

Dentro de su breve filmografía podemos observar que estamos ante un director de culto, donde comienza a reflejar la evolución profesional potenciando el atractivo estilo visual sello característico del cine de Eggers, ya que su pasado como decorador le suman grandes puntos volviéndolo hoy una gran promesa en la industria, ha logrado cautivar por completo a la audiencia y crítica. El nombre Robert Eggers comienza a sonar fuerte.

 

Noelia Giacometto

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