«After»: del fanfic a la pantalla grande

Para quienes tenemos un costado fanático y pasamos mucho tiempo en Internet, el término fanfiction nos es totalmente familiar. Hay múltiples plataformas y sitios web que se encargan de almacenar millones de fanfics —así se conocen popularmente—, y también hay infinidad de géneros.

Fanfiction significa ficción de fans: son historias creadas por fanáticos, quienes toman como base fundamental el universo y personajes de determinado libro, película o serie, y escriben sus propias versiones. No hay reglas ni condiciones. Los autores no son necesariamente escritores formales, sino aficionados que dan rienda suelta a su imaginación.

Si bien no hay un claro consenso acerca de su origen, se cree que los fanfics tienen aproximadamente sesenta años de vida. Se presume que surgieron luego de la aparición de «Star Trek» en 1967 y que se distribuía a través de fanzines. No obstante, encontraron su lugar en la red desde hace más de veinticinco años, y hoy en día es difícil pensar en ellos sin relacionarlos estrechamente con la cultura del Internet.

Hay fanfics de todo tipo, y se pueden encontrar de casi cualquier producción cinematográfica popular. Lo que mucha gente no sabe es que no es exactamente legal escribir fanfiction, ya que se considera una violación al derecho de propiedad intelectual el hacer uso de elementos originales de una obra registrada. Sin embargo, en Internet los límites siempre son difusos, y al haber infinidad de contenidos cargados en la web, es difícil hacer un rastreo de lo que es ilegal y lo que no lo es.

Dentro del amplio terreno de los fanfics, hay una categoría especial: los que tienen como protagonistas a celebridades. En estos casos, la historia es completamente original. Los personajes y el universo son creaciones propias, pero toman a una persona famosa para que los protagonice. Este tipo de fanfiction suele generar polémica, ya que naturalmente surge el cuestionamiento acerca de si es moralmente correcto atribuirle características ficticias —muchas veces negativas— a una persona real. De un fanfic de este tipo nació «After», la película que llegó a los cines este jueves.

Inicialmente, «After» era un fanfic publicado en la plataforma Wattpad, la cual se utiliza para publicar y leer relatos de cualquier tipo, que tenía como protagonista a Harry Styles, integrante de One Direction. La trama era bastante genérica: Tessa Young, una chica buena, inocente y tímida se enamora de Harry Styles, un chico malo, violento y peligroso, y juntos viven una relación apasionada e intensa —y un poco tóxica, también—. Logró su pico de popularidad en el 2014, y fue por aquel entonces que una editorial se encargó de editarlo, cambiarles los nombres a los miembros de One Direction que aparecían en la historia para evitar problemas legales, y publicarlo. Así llegó la saga «After» a las librerías, la cual se convirtió en un best-seller inmediato.

Sin embargo, esta no es la primera vez que un fanfic llega a convertirse en un libro editado y publicado, ni tampoco es su debut en la pantalla grande. La película de «After» tiene como precedentes a «50 Sombras de Grey» (2015), que inicialmente podía encontrarse en Internet con Edward y Bella de «Crepúsculo» como protagonistas, e incluso la versión post-apocalíptica de la novela «Orgullo y Prejuicio» de Jane Austen, «Orgullo y Prejuicio y Zombis» (2016), también podría ser considerada un fanfic.

La llegada del fanfiction al cine es interesante porque propone un debate que es acertado para esta época digitalizada en la que vivimos: estamos ante una constante comunicación e intercambio entre lo que es ajeno al Internet y lo que es propio del mismo. Antes no existía un ida y vuelta. La relación era unilateral, porque el cine llegaba al Internet y se instalaba en los fanfics, pero ahora es al revés: el Internet arriba en las salas con el fanfic como representante, y nos permite pensar en la relación entre el ciberespacio y el cine en una clave más cooperativa.

La web ya no es un mundo aparte. Internet es un medio que nos atraviesa a todos, y las barreras ya no están claras. Lo que funciona en la red, ahora también puede llegar a ser rentable a nivel económico, y quizás esa sea la razón por la cual cada vez más fanfics están siendo publicados de la manera tradicional por editoriales, y que la industria cinematográfica está apostando a llevarlos a las salas.

Cualquiera sea el motivo, e independientemente de la postura personal que uno tenga con respecto al fanfiction, sí es un evento interesante que estos dos universos —el real y el cibernético— se crucen. Después de todo, es el siglo veintiuno en su máxima expresión.

 

Micaela Gallo

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