Crítica de «Bananas» de Woody Allen (1971)
Es la tercera película que escribió, dirigió y protagonizó Woody Allen. Desarrolla la mejor sátira política de la filmografía del neoyorquino y nos regala una acumulación de gags muy efectivos típicos del humorista.
Woody personifica a un empleado que se encarga de probar si ciertos productos son seguros o no. Su vida está estancada en una meseta emocional hasta que conoce a Nancy, una joven activista. Ella lo introduce en el mundo de las movilizaciones políticas y las problemáticas del capitalismo. Cuando un problema surge en la pareja, Fielding Mellish decide comenzar una aventura en un pequeño país de America Latina llamado República de San Marcos. Por supuesto es un país ficticio, pero que remite a la Cuba comunista y las demás naciones centroamericanas donde la situación político-social es conflictiva. Allí tendrá que sobrevivir a la pelea entre un dictador de turno contra la guerrilla de la oposición.
La co-protagonista, Louse Lasser, era en ese entonces su esposa pero unos meses luego de estrenarse esta comedia terminarían su matrimonio. Hay que destacar el mini- cameo que protagoniza Sylvester Stallone como un matón en el subte de New York, mucho antes de dar su salto a la fama con la mítica saga «Rocky».
Humor simple pero siempre efectivo. La estructura del filme le permite intercalar secuencias más narrativas con distintos sketchs cómicos que marcan el humor de la época, en particular de los Hermanos Marx. Se apoya en la interpretación física, que dicho sea de paso es una de las especialidades de Woody Allen junto a sus hilarantes diálogos.
Se ríe del capitalismo, comunismo, de las guerrillas y de los movimientos de paz. La filmografía de Allen iría evolucionando hacia un tipo de comedias con guiones más complejos («Manhattan», «Annie Hall») en las que se perfilarían sus obsesiones, como la religión o el psicoanálisis, aunque en «Bananas» ya se mete con cuestiones que atravesarían toda su carrera.
El nombre de la película («Bananas») es apenas nombrado una sola vez en la cinta, pero nunca lo vemos explícitamente. Esto responde a un chiste de doble sentido que mezcla los países bananeros (de América) con la frase «to go bananas» (volverse loco).
El director luego admitiría que la mayoría de las escenas fueron improvisadas. En un segmento vemos una coreo que simulan tocar instrumentos. Esto se dio porque los aparatos alquilados no llegaron a tiempo y Allen resolvió que este detalle iba a tono de la película. También, para no salir de este género, el astro del cine tomó la decisión de no mostrar ni una gota de sangre para no sacar al publico de las casillas.
Su estilo de humor, nervioso, inseguro y que se parodia a sí mismo constantemente cambiarían la historia de las comedias. Y este es un claro ejemplo del motivo de esto.
Puntaje:
Tráiler:
Sebastián Manestar