Crítica de «El castillo» de Martín Benchimol (2023)

En las afueras de Lobos, provincia de Buenos Aires, Justina, una empleada doméstica, y su hija Alexia, viven en un castillo heredado de una antigua empleadora, cuyo último deseo fue que Justina cuidara de aquel lugar y que no lo vendiera. 64 hectáreas, 12 habitaciones y 6 baños. Un lugar tan imponente como inmanejable, ya que tiene goteras por doquier y ni siquiera funciona el agua. El hecho de recibir una casa de ensueño se va a terminar convirtiendo en una prisión y una pesada carga. Turistas que van a visitarla, venta de animales para poder sobrevivir y ofertas de todo tipo son las que reciben madre e hija constantemente, sin embargo, la protagonista hizo su promesa.

Mezclando la ficción con la realidad«El castillo» toma como punto de partida esta premisa tan atractiva como original, pero que termina siendo mucho más profunda que la exposición de una excéntrica vivienda, ya que va a mostrar la relación madre e hija, las diferencias que tienen y cómo se va desgastando su vínculo. Mientras que Justina está arraigada a aquel lugar, hace planes con un amante para que vaya a visitarla y piensa en cómo mantener el castillo, Alexia sueña con irse de ahí, viajar a Buenos Aires y poder dedicarse a conducir autos de carrera, aunque por ahora simplemente se resigna a jugarlo con ellos a través de los videojuegos. El film narra este choque generacional, familiar y hasta de modos de ver la vida. Pero también habla sobre los prejuicios, la puja de clases y el progreso social, ya que constantemente se pone sobre la mesa el hecho de cómo una persona como ella puede tener una vivienda como aquella y las dificultades que tiene a pesar de haberla heredado.

El tono se balancea entre el drama y la comedia, porque a pesar de mostrarnos todos los inconvenientes que tienen las protagonistas tanto con su alrededor como su interior, decisiones difíciles que tienen que tomar y cuestiones que deben dejar ir y no forzarlas, existen varios momentos y diálogos divertidos y más relajados. Sobre todo Alexia tiene bastantes comentarios ácidos y graciosos sobre algunos de los visitantes al castillo.

El hecho de situar el film en el castillo ya construye un clima y ambientación particular, pero a eso se le suman también una banda sonora adecuada y una fotografía que mezcla la belleza del paisaje con un cuento de terror. Claramente esta vivienda se convierte en un personaje más, que va a impulsar a las protagonistas a reaccionar de distinta manera a las situaciones que van atravesando.

En síntesis, Martín Benchimol construye en «El castillo» un relato que mezcla la ficción con elementos del documental para ahondar en la vida cotidiana de dos personas comunes en situaciones extravagantes. Una historia sobre vínculos familiares, clases sociales y sueños tratados tanto de manera dramática como humorística.

Puntaje:

 
 

Tráiler:

 

Samantha Schuster

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