La magia del celuloide y su esplendor, cine que habla de cine

La industria lleva décadas homenajeando al cine, mediante trazos que muestran el propio amor que genera. A través de diferentes etapas, nos transporta por un viaje interminable de diversos estados emocionales. Podemos encontrar películas que se centran en el cine desde perspectivas como la industria, la creación, sus creadores, sus protagonistas y hasta la recepción cinéfila.

Aquella veneración viene gestando tributos prácticamente desde sus comienzos. Claros ejemplos son «El Cameraman» (1928) dentro del cine mudo, donde un fotógrafo callejero se enamora de una mujer que trabaja como secretaria en un noticiero cinematográfico. Para estar cerca de ella decide trabajar en el mismo estudio cinematográfico. En muchos sentidos, resume la carrera de Buster Keaton y es una pieza maravillosa que acompaña a su otra película sobre película, «Sherlock Jr». También «Cinemanía» («Movie Crazy»,1932), donde un joven sin ninguna habilidad ni talento como actor, quiere desesperadamente actuar en una película. Muestra la fascinación que la industria de Hollywood provocaba entre los deseosos de fama y dinero fácil. O sin ir más lejos «El crepúsculo de los dioses» (1950), donde un joven escritor acosado por sus acreedores se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond, antigua estrella del cine mudo. Es un homenaje al mundo del cine, el cual construye una radiografía crítica, irónica, mordaz y emotiva del mundo del cine. Incluso presenta referencias reales: visita a Cecil B. DeMille, en un plató real, durante el rodaje de una película real («Sansón y Dalila», 1949).

Pero además encontramos las conocidas cintas «Cantando bajo la lluvia» (1952), dirigida por Stanley Donnen y Gene Kelly, que no solo cuenta la dura y no siempre digna escalada a la cumbre de la fama, sino que también muestra lo que para muchos actores y cineastas fue el fin de sus carreras: el paso del cine mudo al sonoro. «Érase una vez en Hollywood» (2019) también retrata el amor a una época y le rinde homenaje a ese viejo Hollywood de los 60’ con sus luces y sombras. Cine que habla de cine, de una u otra forma nos enseñan su ambiente desde adentro. Todas se tratan de imágenes de filmes en los que el protagonista en definitiva es el celuloide.

Jean-Luc Godard expresó: «Una película es como un campo de batalla. Es amor. Odio. Acción. Violencia. Y muerte. En una palabra: emociones». Como lo ha sido «El último gran héroe» (1993) con Arnold Schwarzenegger, un boleto mágico para recorrer una parodia de los héroes de acción, con un montón de frases para el recuerdo, una multitud de momentos graciosos, y situaciones cómicas geniales, esto es cine dentro de cine, una vez más honrando a la industria cinematográfica.

«El cine inició con una relación apasionada y física entre el celuloide, los artistas, artesanos y técnicos que lo manejan, lo manipulan, y todos aquellos que llegaron a conocer la forma en que un amante llega a conocer cada pulgada del cuerpo de la amada. No importa hacia dónde va el cine, no podemos darnos el lujo de perder de vista sus inicios»ha dicho Martin Scorsese.

Esos sentimientos que solo es capaz de transmitir una película cuando se ve a lo grande… «La invención de Hugo» (Martin Scorsese, 2012) ahonda en la figura de Georges Meliès, ilusionista y cineasta de origen francés que obró su magia en cintas de culto como «Viaje a la Luna», siendo uno de los grandes pioneros de la narrativa cinematográfica. Pero a su vez podemos encontrar fragmentos de películas que rinden homenaje a otras famosas escenas del cine, como «Volver al Futuro» (1985) en la que el Doc, interpretado por Christopher Lloyd, queda suspendido en lo alto del reloj de la torre parece calcada de «El hombre mosca» (1923); «El resplandor» (1980), donde su director Stanley Kubrick se dio el lujo de recrear una escena de la película muda «La carreta fantasma» (1921), en la que Jack Nicholson pronuncia su recordada frase: «Aquí está Johnny»; en la escena final de «Scary Movie» (2000) hay un pequeño guiño al escape de «Sueño de fuga» (1994); y en «500 días con ella» (2009) el protagonista juega una partida de ajedrez contra Cupido, siendo un homenaje a la película de Ingmar Bergman, «El séptimo sello» (1957), donde un caballero juega una partida de ajedrez contra la muerte.

Así que como pueden ver, al final, el pionero del séptimo arte es el tributo a sí mismo, enalteciendo sus elementos e incluso restaurando algunos clásicos, por decirlo de alguna forma, donde el cine hace un homenaje continuo y constante, volviéndolo único en su forma de arte, en donde se mezcla fantasía, ficción y realidad, creando una disciplina atemporal por ser la unión de todas las artes.

Nunca deja de forjar una construcción, un modo de generar grandes destellos apreciados por todo cinéfilo en un cine dentro del cine. Y por qué no mencionar aquí a Woody Allen, ¿por qué?, este año llegó con su nueva película «Rifkin’s Festival», que homenajea a los clásicos del cine. Una comedia centrada en una pareja que acude al festival de San Sebastián y resulta tan fascinada como abrumada por el ambiente, la atmósfera y las personas que ahí encuentran. La película pretende ser una exquisita serenata a España, al cine, y jugar con la confusión entre ficción y realidad. «Los protagonistas de mis historias siempre tienen algo de mi personalidad, con mis dudas, mis angustias y mi humor, mientras crecía, el cine fue mi gran escape. Mi escape del mundo real. Y yo me refugiaba en las salas de cine todo el tiempo. Elegí San Sebastián porque es menos conocido que otros, y las locaciones son espléndidas. Pero los festivales de cine, donde uno encuentra gente con pasión cinéfila, y discute, son experiencias magníficas», expresó Allen sobre la cinta. El festival del cine es el marco en que se desarrolla la historia donde la principal perlita de este film son esas ensoñaciones cinéfilas, una matrioska audiovisual que rinde tributo al mejor cine clásico.

Y como un ciclo interminable los tributos se vuelven el alma y espíritu del séptimo arte, junto a una restauración como renacimiento, vigente detonador de un espacio donde nada se pierde…

 

Noelia Giacometto

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